Fase de ABONADO: FORMACIÓN STOP MINAS​​

Bloque 2: Profundización teórica y vivencial​

Minas

En la entrada de hoy hablaremos del segundo taller del proyecto STOPMINAS: construcción colectiva de un jardín para la paz, cuyo objetivo es profundizar sobre el significado de las minas y el sufrimiento del pueblo saharaui debido al cercado militar con el Muro de la Vergüenza, la segunda construcción de tipo defensivo del mundo tras las Gran Muralla China, construido en 1980 y el cual se encuentra actualmente minado en su entorno y coronado por concertinas a lo largo de todo su recorrido.

Para ello, contamos con la intervención del activista Gaici Nah, ingeniero militar y autor del libro El muro marroquí en el Sáhara Occidental, quien profundizó sobre qué significa las minas antipersona, tanto a nivel técnico o físico, así como a nivel simbólico.

En la primera parte del taller se expuso de manera más teórica qué es una mina, las partes que la componen y los daños que pueden causar a las personas, con el objetivo de acercar esta realidad a los participantes. De este modo, explicaba Gaici que, en la actualidad, han existido y existen 300 tipos diferentes de minas. La particularidad del caso saharaui es que continúa habiendo minas en el territorio, tras el alto al fuego acordado en 1991, que afecta a toda la población civil debido al nomadismo de sus habitantes.

Por este motivo, las minas representan la materialización de todas las perversiones que hay con respecto a la cuestión saharaui, tanto a nivel humanitario como político o económico, pues su pervivencia aún hoy en día y su impacto en la población civil tiene como responsables no solo a quienes las colocaron en su día, sino a todos aquellos que con su acción u omisión hacen porque estas sigan causando daños, y que convierten al Sáhara en un territorio en permanente conflictividad, sometido a unos intereses políticos y económicos que van más allá de sus propias fronteras.

Tras exponer qué significan las minas físicamente, el ponente explicó qué efecto tienen sobre la población, pues estas no están diseñadas para matar, sino para causar heridas o mutilaciones. De este modo, se crea en el territorio una necesidad de asistencia médica y social constante que los hace dependientes de una ayuda humanitaria realmente costosa y que convierte al Sáhara en un lugar dependiente económicamente. Además el impacto psicológico que genera esta situación traumática en la población es mucho mayor.

Así, Gaici puso sobre la mesa la realidad económica de la producción de estas minas, cuyo negocio es muy lucrativo. Descubrieron, tras décadas de investigación, los principales suministradores de minas y armamento del ejército marroquí. En ese sentido, destacó la participación de países como: Italia, Francia, Bélgica o España como grandes productores de minas y bombas racimo. Lo cual resultaba llamativo pues algunos de estos países son los principales promotores de campañas para el desminado del Sáhara.

En esta sesión, también se hizo una reconstrucción sobre la historia de las minas antipersona y su utilización. Su creación se debe al ingeniero español Pedro Navarro en el S. XVI, aunque tuvieron su auge durante la Guerra Fría. Desde el final de esta hasta hoy, muchos territorios han sido víctimas de las minas antipersona. Al mismo tiempo, y por fortuna, un gran número de ellos han sido desminados.

En un estudio actual se estima que hay 110 millones de minas repartidas entre 64 países y, teniendo en cuenta que se da la circunstancia de que existen países que no han entregado, ni tienen intención de hacerlo, los mapas de los campos de minas que colocaron en territorios con los que se encontraban en conflicto y con los que actualmente se encuentran en paz,  se puede afirmar que la problemática de las minas antipersona afecta y se extiende a nivel global.

Otro de los aspectos importantes que se ponen de manifiesto, es el momento en el que se empieza a tener la percepción de que la mina no solo causa daños instantáneos a las personas que son víctimas directas, sino que afectan también a las personas que las rodean y, en general, afectan psicológicamente a las poblaciones locales. Bajo esta premisa, se dio especial protagonismo la activista norteamericana Jody Williams, encabezando la Campaña Internacional para la prohibición de Minas Antipersona (ICBL). Quien, en 1992, destacó que la lucha contra las minas tenía que pasar por la aplicación del Derecho Internacional Humanitario, la Convención de Ginebra y una Carta Nacional para las Naciones Unidas.

La lucha de ICBL culminó en el Tratado de Ottawa en 1997. Tres años después se crea Llamamiento de Ginebra, organización destinada a los países que no quisieron participar en él, que pretendía acabar con las minas y prestar ayuda humanitaria a las víctimas.

Para concluir, las minas en el Sáhara Occidental es un problema que existe en la actualidad y que no se visibiliza aún siendo uno de los principales focos afectados con el consiguiente desastre humanitario, ambiental, etc., que conlleva. Un problema múltiple que afecta a varios niveles, pues no solo son las minas antipersonas las minas anticarros y las UXO, munición sin detonar, siguen en el terreno causando daños a la población de manera directa y cotidiana al pueblo saharaui. Por lo anteriormente comentado, es necesaria la implicación de todos los países para acabar con este problema, la implicación que muestra el Frente Polisario y la RASD en la destrucción de las minas antipersona no es suficiente para erradicarlo. Como contrapartida, el taller finaliza con un mensaje de esperanza, proponiendo cinco pilares de acción integral para que haya un desminado total a corto plazo. Estos pilares serían los siguientes:

  1. Dar una educación del riesgo que suponen las minas.
  2. La destrucción total y la paralización de la fabricación de las mismas de manera radical.
  3. El desminado humanitario.
  4. La asistencia a las víctimas.
  5. La promoción de la Convención de Ottawa.

Por último, se realizó una dinámica de grupo para la elaboración del manifiesto que se va a redactar para llevar a Ginebra.

 

Víctimas

Bienvenidos y bienvenidas de nuevo compañerxs, a lo largo de la entrada de hoy hablaremos sobre la tercera sesión del proyecto STOPMINAS. Durante esta sesión, contamos con la colaboración de Mohammed Salem y Mohammed Lamin. Dos compañeros saharauis que han sido víctimas de minas. Han contado en primera persona cómo vivieron el momento de la explosión y las consecuencias que les ha supuesto el accidente.

La finalidad de esta intervención fue realizar una aproximación directa con algunas de las víctimas de las minas antipersona, minas anticarro o resto de munición sin explotar (como es el caso de las bombas de racimo), para sensibilizar a los participantes del grupo. La intervención fue grabada y a continuación se adjuntará un enlace donde podréis ver un fragmento.

Uno de los aspectos fundamentales que han mostrado en su intervención para la superación de la pérdida (ya sea de la vida o de una parte de su cuerpo) ha sido la capacidad de resiliencia personal que es un reflejo de la resiliencia social que muestra este pueblo ante la situación de opresión y violencia. A pesar de los trágicos sucesos que se daban diariamente en el territorio saharaui, existen unos fuertes lazos de unión en la comunidad. Lo cual hacía que las víctimas de minas se sintieran respaldadas y apoyadas. Este aspecto resultaba ser radicalmente opuesto al caso camboyano sobre el cual también se iba a hablar durante esta tercera sesión de la capacitación.

Iñigo Úbeda médico y cooperante. Camboya es un país en el que existe una gran problemática con las minas antipersona y que, a pesar de los avances, lo sigue siendo en la actualidad. En primer lugar, contextualizó al grupo en este país, su realidad política que determina directamente la problemática de las minas que se encuentran en el territorio. Dicha situación, unida al budismo Theravada y al carácter reservado que caracteriza a la población asiática, dificulta en gran medida la ayuda humanitaria que se establece desde el paradigma occidental que se trataba de ofrecer a la población. La mayor parte de los/as afectados por minas, son campesinos/as pobres que necesitan mantenerse físicamente para poder trabajar en los arrozales. En Camboya no existen fuertes lazos de unión y la pérdida de una parte del cuerpo está vinculada a la no reencarnación por lo que las víctimas, pasan a ser excluidas de la sociedad, muriendo muchas de ellas de hambre.

Desde las representaciones teatrales, nos trasladó el miedo y la presión psicológica que  resulta de vivir nuestro día a día en un territorio minado. Y cómo ese miedo es aplicable a cualquier territorio camboyano, saharaui, etc.

A pesar de todo este panorama en contra, se pretendía conseguir para el año 2025 la erradicación de cualquier mina antipersona según el artículo 5 del tratado para la erradicación de minas. Para poder llegar a conseguir este objetivo, Iñigo hizo especial hincapié en la empatía. Los campamentos que se establecen en Camboya para las víctimas que fueron establecidos por cooperantes, promovieron nuevas herramientas psicológicas a las propias víctimas cuyas consecuencias han sido en la creación de una red de ayuda entre ellas.

Para finalizar, Iñigo nos aportaba algunos datos relevantes sobre la problemática de las minas antipersona para que se pudiera hacer una comparativa con el territorio y la población saharaui:

  • La atención médica que recibe es inferior al 1%
  • Existen tres talleres de recuperación para una población estimada de 60.000 personas
  • No existe una atención psicológica estable para estas víctimas
  • En comparación con el territorio saharaui, se ha invertido una gran suma de dinero para el desminado en Camboya debido a que es un territorio que ha sufrido mayor estigmatización que el Sáhara

 

Tratado-Campaña

Bienvenidos y bienvenidas compañeros y compañeras, en esta nueva entrada hablaremos sobre la cuarta sesión del proyecto STOPMINAS.

Para cerrar con el segundo bloque del proyecto (profundización teórica y vivencial) contamos con la colaboración de Alejandro del Pozo, investigador del Centre DeLàs D`Estudis Per La Pau y experto en conflictos armados, desarme y acción humanitaria. Durante esta sesión, Alejandro nos habló sobre el marco internacional de lucha por la erradicación de las minas antipersona: el Tratado de Ottawa y la Campaña Internacional para la Prohibición de Minas (ICBL).

En primer lugar, se trata el Derecho Internacional Humanitario (DIH) donde se destacan dos pilares/principios básicos:

  1. Distinción: Obliga a discriminar entre la sociedad civil y combatientes.
  2. Proporcionalidad: Exige tener precaución en las operaciones militares, no pudiendo atacar si se prevén daños a la población civil.

Ambos principios son fundamentales en la lucha por la erradicación de las minas antipersona, ya que el diseño y uso de este arma, los incumple.

El problema de las minas es que este “artefacto” no hace ninguna distinción entre población civil, combatiente, animal, etc. Además, a la hora de elaborar un tratado o una convención, es importante ver las definiciones que en él se redactan ya que si bien las minas antipersona están prohibidas, las minas anticarro no, teniendo los mismos efectos en la población saharaui. Como vemos, esta manipulación a través de las palabras, imposibilita en gran medida la erradicación del problema de las minas en el caso del terreno saharaui.

El Tratado de Ottawa o Convención sobre la prohibición de minas antipersona, basándose en el DIH, entró en vigor el 1 de Marzo de 1999 y prohíbe la adquisición, producción, almacenamiento y utilización de minas antipersona. En él se recogen cinco pilares que se extienden también a las víctimas:

  1. Dar una educación del riesgo que suponen las minas.
  2. La destrucción total y la paralización de la fabricación de las mismas de manera radical.
  3. El desminado humanitario.
  4. La asistencia a las víctimas.
  5. La promoción de la Convención de Ottawa.

Este acuerdo ha mostrado una  gran acogida por la mayoría de estados y ha supuesto un gran avance que ha permitido la reducción y visibilización de este problema. A pesar de ésto, varios países claves, entre los que se encuentran EEUU, Marruecos o China, han decidido no firmarlo. Dichos países resultan beneficiados en algún aspecto por la fabricación, venta o utilización de las minas antipersona. Por ello, el Tratado muestra voluntad en la lucha por la destrucción pero no puede prohibir la erradicación total de un determinado tipo de armamento. También es importante destacar que no todos los países firmantes lo han aplicado a nivel legislativo internamente por lo que carece de relevancia per se.

Como contrapartida, es necesario decir que sin Tratado de Ottawa el número de afectados por minas antipersona sería mucho más elevado. Es decir, en términos cuantitativos, es efectivo. Ya que desde su elaboración, 26 países han sido limpiados de minas, 7 de bombas racimo, además de conseguir que se produzca una gran estigmatización sobre el uso de las minas antipersona.

¿Qué pasa con el resto de países que quedan al descubierto? La respuesta es que como en el caso del Sáhara, en el que ni siquiera se le ha reconocido su propia soberanía, se encuentran en completo desamparo ante esta situación. Ningún país quiere involucrarse con la problemática concreta saharaui porque ninguno quiere enemistarse con Marruecos debido a los beneficios que este les aporta por la zona geográfica en la que se encuentra.